Carlos Moron Cabrera

Hola a todos empezaremos este blog dedicado al arte, sobre todo al de algunos artistas poco reconocidos.
Entre ellos tenemos a Carlos Morón Cabrera, conoceremos un poco más sobre un retratista canario del siglo XX desconocido para la mayoria del público, pero sí valorado en el extranjero llegando a retratar incluso al Sha de Persia y otros familiares.

lunes, 20 de enero de 2014


“César Manrique, la conciencia del paisaje”



                He ido a visitar el 10 de enero de 2014, en el Centro de Arte La Regenta, la exposición titulada: “César Manrique, la conciencia del paisaje”, comisariada por Carmensa de la Hoz, amiga del artista.
                Me he quedado impresionada con la muestra, muy bien elegida, igualmente presentada, novedosa e impactante emocionalmente. En ella se exhibe en una pared que forma parte de un conjunto a modo de salón de estética sesentera, en la que se nos expone su estancia en nueva York por un periodo de casi dos años; por medio de recortes de periódicos, revistas de la época, cartas y anotaciones sobre sus trabajos y vivencias diarias en dicho país, con la maravillosa conclusión de que a pesar de codearse con la flor y nata de la ciudad, tanto intelectuales, sociales o políticos, la llamada de su tierra era superior a la “superficialidad de ese mundo de fiestas y presentaciones” (César Manrique, 1966). El amor por su tierra canaria, le lleva a tomar la decisión de volver “a la sencillez de su tierra y de sus gentes”, y así se lo hacía saber a su buen amigo el artista Pepe Dámaso.
                Además de su obra físicamente expuesta, de la fotografía e impresionantes proyecciones de las playas lanzaroteñas, o los retazos de una película documental sobre su vida realizada en el año 2012. Nos permite al espectador interactuar y acceder a información en la red sobre el artista, por medio de  dispositivos móviles a través de los códigos QR, con comentarios de la comisaria de la misma. Resulta muy interesante el uso de las nuevas tecnologías en los museos.
                Al continuar en la exposición podemos acceder al César Manrique activista, reivindicativo, que siente una necesidad imperiosa por el cuidado de su tierra, que no fuera destruida su belleza por las moles de cemento de las arquitecturas impersonales.
                La parte final de la mencionada exposición resulta extremadamente emotiva, donde el espectador cual siguiendo el rastro de “baldosas amarillas”, en este caso las letras blancas en el camino oscuro, llegamos a la sala blanca impoluta, nívea, solamente roto por el color de su silla y de su mono de trabajo azul y ambos salpicados con restos de pintura de diferentes colores. Nos encontramos aquí con una abrumadora sensación de emoción y pena por la pérdida de tal enorme talento,  y donde el público presente en la sala, sobrecogido, a sotto voce decía cuan diferente sería todo el paisaje de la isla si César siguiera vivo.
                Pero nos quedamos con el mensaje último de positividad, realizado con un juego de palabras en la puerta de salida, que esbozaba en los rostros de los asistentes una sonrisa, allí se leía: “Sí hay salida”.